Beneficios de la televisión en la piel reseca

La televisión, o como otros la llaman: la caja estúpida, no es una mala y perjudicial invención como muchos pseudo intelectuales afirman. ¿Acaso existe un espectáculo más humillante que un ‘bohemio’ al decir: “No veo TV, me enferma” o “La TV no tiene nada bueno, solo te hace más estúpido”? En absoluto, nada más alejado de la realidad.

Esta estirpe intelectualoide suele agregar: “Es que no hay programas culturales”; a lo que yo respondo: “Busque bien, sí los hay, solo que usted no sabe como hacer un buen zapping”. Por mi parte debo admitir que este año las emociones más chocantes que he recibido, han sido por obra y gracia de la cajita estúpida.

En el 2006 pude ver el final de The X Files (tras una larga demora): el shock que me produjo saber que Mulder y Scully se quedan juntos y que el fin de la humanidad empezará en el 2012, (tal como lo vaticinaron los mayas), es algo que aún no supero. De igual manera me sucedió con Six Feet Under: no consigo sobreponerme a los destinos que tuvieron los personajes (quizá es el mejor final que haya visto en TV). Ambas series lograron perturbar mi vida como si se hubiese tratado de la mía misma o la de un amigo ¡¡Y ni que hablar sobre las emociones que nos brindó la aguerrida tricolor en durante la epopeya alemana 2006!!

He aquí el punto: no hay nada de malo en pasar horas frente a la TV, lo malo es desperdiciar la vida frente A todo Dar y programas similares. El meollo del asunto está en saber escoger, queridos intelectuales, y no tachar a todos los programas como “carente de esencia y profundidad, ya que la diafanidad y belleza de las cosas” (sic), que ustedes buscan eruditos, también se halla en TV.

Por ejemplo, muchos me tachan de intelectual porque estudié literatura en la universidad y, déjenme decirles, hay programas que considero imprescindibles en mi existencia: aparte de los ya citados están Smallville, South Park, Ranma ½, Millenium, etc.; además de que siempre estoy primerito en la fila de los estrenos de las películas de superhéroes y me paso madrugadas enteras en el Play Station 2.

¿Esto me hace “menos profundo y más superficial” (sic)? ¡No, por supuesto que no! Por lo que considero altamente recomendables las serie que nombré, pues cuando una de esta finaliza, un espacio vacío queda, difícil de llenar. ¿Exagero? Tal vez; sin embargo, esto no lo hace menos real ni menos valedero.

El que no se haya conmovido, al menos una sola vez en toda la vida, con una escena medio cursi de una telenovela o una serie que lance la primera piedra y se vaya calladito por la sombrita (o a la verch por intelectual cuadrado).